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Educación Sexual
LOS EDUCADORES Y LAS INQUIETUDES DE SUS EDUCANDOS
Desde hace 12 años que estamos abocados a la formación de Educadores en Sexualidad. Los cursos son avalados por el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, otorgándoles puntaje oficial para la carrera docente, tanto a nivel de la educación inicial, de la E.G.B. (Educación General Básica), como del Polimodal. Concurren docentes de todos los niveles, sin embargo, la experiencia indica que son mayoría los docentes a partir de la pubertad, los que se ocupan de la educación sexual. Apremiados por las inquietudes que tienen sus educandos en esta etapa de la vida. Muchos de ellos afirman que concurren como docentes, pero, fundamentalmente como padres preocupados por el desarrollo sexual de sus hijos.
Dr. Eduardo Arnedo
 
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Los docentes de nivel inicial, habitualmente no asisten a esta formación, salvo que estén interesados en el puntaje o que se encuentren enfrentados a problemáticas particulares, como aquellos que se desempeñan en zonas urbano-marginales, que cuentan con una población estudiantil enfrentada precozmente a la sexualidad o en riesgo de contacto sexual con adultos.
En general, piensan: “los niños son muy pequeños para iniciarlos en la educación sexual”, “los niños no tienen sexualidad”, “no tienen interés por el sexo”, otros temen tener que enfrentarse con la oposición de los padres o tutores cuando no de los directivos. Piensan que hay un riesgo de “despertar la sexualidad” en un periodo supuestamente de latencia.
Sin embargo, desde la Sexología, conocemos que los niños son niños, no necios, ya a los cinco años tienen una idea acerca de lo que piensan los padres y docentes respecto de lo sexual. De modo que la mayoría de las inquietudes se canalizan y expresan en la clandestinidad, sobre todo las que tienen que ver con la exploración del propio cuerpo y los “temidos juegos sexuales de la infancia”. Estos generalmente tienen lugar, alejados de la mirada de los adultos: debajo de la cama, adentro del placard, en la chocita en el fondo de la casa, a la siesta mientras los padres duermen, etc.
Es una etapa en la que se aprenden y consolidan los mapas de género. Se expresa la constancia de la Identidad Genérica, que los acompañará toda su vida. De modo que es un período de plena efervescencia en lo sexual, de considerable importancia para la construcción de los “mapas del amor”, que definirán nada más y nada menos que la orientación sexual, la que se pondrá de manifiesto después de la pubertad.
De modo que si sólo nos preocupamos de la educación sexual después de la pubertad, llegamos tarde para prevenir ciertas situaciones que pueden repercutir negativamente en la vida adulta.
Las demandas de formación se centran, entonces, en las inquietudes que se expresan durante y después de la pubertad.
Hay docentes y padres, que sostienen con firmeza que los chicos no preguntan, ni tienen interés sobre temas sexuales. Sin embargo, conocemos que los niños, naturalmente, así como exploran el mundo que los rodea, también lo hacen con su cuerpo y el de sus pares; hecho que es de primordial importancia en el proceso de diferenciación sexual. De modo que cuando los niños “parecen” no interesarse por estos temas deberíamos preguntarnos: “que estamos haciendo los adultos para que los chicos no pregunten”. Lo esperable es que lo hagan, si encuentran receptividad, comprensión y apertura.
En este punto es preciso tener en cuenta que los seres humanos “no podemos no comunicarnos”. Las miradas comunican, los gestos, las actitudes corporales y los silencios comunican, los tonos de voz comunican y también las palabras. Muchas veces deslizamos mensajes contradictorios, en general negativos o dobles mensajes. Si una mamá hace nerviosamente zapping ante una escena subida de tono en la TV, o se levanta en ese momento, está diciendo con sus actitudes: “esto no se dice, esto no se hace, esto no se toca”; luego, no podemos esperar que los chicos nos pregunten acerca del tema. Ellos decodifican que sus padres no desean hablar de este tema; o que este tema les provoca vergüenza e incomodidad.
Cuando se ocupan de la sexualidad en los adolescentes, muchas veces lo hacen con contenidos repetitivos y que no responden a la expectativas de los mismos. Los chicos están cansados del “romance del óvulo con el espermatozoide”. En la etapa de la pubertad sus inquietudes pasan por otros lugares.
Por eso, una primera premisa en educación sexual, es diagnosticar lo que ese grupo de educandos necesita; investigando cuales son sus inquietudes y luego, preguntarnos si estamos preparados para responder y acercarnos a sus expectativas.
Habitualmente, los adultos deciden lo que los chicos necesitan, y pocas veces se realiza una exploración diagnóstica para conocer los temas que los motivan. Por ejemplo, sabemos que los adolescentes hablan con sus padres sobre aquellas cuestiones que suponen que no molestará a aquellos, quedando esta comunicación muy lejos de sus verdaderas inquietudes.
Los niños y adolescentes están estimulados con contenidos sexuales por los medios masivos de comunicación y no encuentran habitualmente, ni en la escuela, ni en la familia, la contención necesaria que les permita decodificar correctamente los límites de un desarrollo saludable de la sexualidad.
En diversos trabajos de exploración acerca de los que conocen de sexualidad, cuando se les pregunta: “de donde proviene la información?”, generalmente están en primer lugar los medios masivos de comunicación, los amigos, etc, la escuela y la familia se encuentra en el mejor de los casos en cuarto o quinto lugar.
Sabemos que los primeros "educadores sexuales", sin lugar a dudas son los padres. En este sentido coincidimos con Laura Caldiz(1), cuando afirma: "los padres siempre son los primeros educadores sexuales, lo sepan o no, lo admitan o no, lo deseen o no, ya que con sus actitudes sexuales, sus maneras de relacionarse en pareja, de dar afecto, de comunicarse; están dando con su ejemplo las primeras y más importantes pautas para la vida sexual de sus hijos".

Sin embargo, cada vez se pone más en evidencia que los padres no siempre están en condiciones de responder a todos los requerimientos de sus hijos acerca de la sexualidad.
Sabemos que algunos padres temen que los conocimientos con respecto a la sexualidad impartidos fuera del hogar, no coincidan con la particular ideología que quieren imprimir a sus hijos. Sin embargo, creemos que la escuela debe brindarles seguridad con respecto a este temor, ya que la educación sexual en la escuela no tiende de ningún modo a desplazarlos de su rol primario de educadores sexuales, que sin duda vienen ejerciendo desde siempre.
Si preparamos al educador, este completará la información y educación recibida en la casa. Teniendo en cuenta que los principales peligros no vienen de la escuela, sino de la distorsión informativa con que se manejan socialmente los temas sexuales. El sensacionalismo y la violencia, en conjunción con los tabúes, prejuicios y desinformación, son los peores enemigos de un adecuado proceso de Salud Sexual.
Muchos niños y jóvenes necesitan ayuda desde la escuela y desde su familia en el trabajo de separar mitos y verdades, para así tomar decisiones a la luz de conocimientos científicos y en un clima de diálogo permanentemente abierto.

(1) Caldiz, Laura, cita de un Trabajo presentado en el IV Congreso Latinoamericano de Sexología y Educación Sexual. Bs. As. 13 al 17 de Junio de 1988.-

 Solicitar info por mail |  Fecha:10/03/2009 9:46:41
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